Las compañías aseguradoras dedicadas a la responsabilidad civil profesional están encontrando en algunas profesiones ya existentes un nuevo mercado. Los profesionales vinculados a internet, consultores informáticos, de comunicación e imagen y restauradores de arte se han convertido también en demandantes de estas coberturas ante los posibles daños económicos derivados del desempeño de sus actividades.
La reforma del Código Penal ha establecido la responsabilidad penal de las personas jurídicas ante delitos como la estafa, el cohecho o el fraude. «Los seguros no cubren delitos, pero pueden ser de gran ayuda para cubrir los gastos de defensa». Por ejemplo cubre a los traductores, ya que una mala interpretación de un contrato puede ocasionar perjuicios económicos o dar pie a una reclamación de una de las partes implicadas en la operación.
El de la responsabilidad civil profesional ha sido un terreno menos explorado por las aseguradoras al tratarse de actividades donde es difícil medir la siniestralidad. Según Claro, cada cierto tiempo se produce un «pico» de siniestralidad que desincentiva la entrada de aseguradoras. «La siniestralidad recurrente no es la que preocupa, esa se gestiona adecuadamente».
«En el momento en que hay una reclamación, es inviable que el profesional pueda responder con su patrimonio», comenta Marsh, primer bróker de seguros a nivel mundial. Estas pólizas cubren a restauradores de arte que manejan piezas de valor incalculable por ejemplo.
Los límites asegurados oscilan entre 1,5 y 3 millones para los profesionales medios, aunque si se trata de una empresa que sale al exterior con una contrato, los topes cubiertos son superiores.
Según Marsh, en la mayoría de pólizas de responsabilidad civil profesional se establece una franquicia, que de media ronda los 6.000 euros (excluyendo los profesionales sanitarios).
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